viernes, 28 de diciembre de 2012

The Dark Knight Rises

 
 
Un hombre emerge de la oscuridad, del fondo de un oscuro pozo, de una tragedia o un trauma, superando sus miedos y resurgiendo purificado y reconstruido, lleno de la moral y esencia para hacer el bien y obrar para el bien de los demás; esa es la esencia detrás de la máscara del Batman,  pero ¿es en realidad posible superar el dolor, el terror, la sensación de inseguridad que yace sobre nosotros, una vez que lo hemos vivido? 
 
La trilogía del Batman de Nolan, posee muchos matices, pero básicamente se rige por los mismos preceptos que la mitología ya desarrollada en los comics, añadiéndole además un punto de vista acorde a nuestro entorno y nuestros tiempos; ya que los eventos del once de setiembre han marcado el concepto que todo norteamericano tenía sobre la seguridad, la muerte, la guerra e incluso la justicia, pero también lo recientes eventos de violencia y las matanzas perpetradas por sus propios ciudadanos han puesto en duda sus figuras heroicas y el accionar de sus autoridades. En este escenario surge el Batman de Nolan, reflejando sus motivaciones en la reinvención de sus villanos, los cuales podemos separar en dos tipos: los terroristas y los anarquistas psicópatas.  
 
Batman tiene pocos iconos literarios, cinematográficos o históricos con los cuales ser equiparados, es más bien una mezcla de todos, roza la inhumanidad y juega con su vulnerabilidad, busca una venganza soslayada y a la vez no es egoísta al pretender proteger con moral a los más necesitados; el más símil de sus predecesores podría ser el Zorro, con la gran y crucial diferencia del hecho que marca la vida de Batman, es decir la muerte de sus padres en manos de un criminal.  Wayne se une así a los justicieros que en realidad buscan una venganza moral enmascarada en la defensa de los agredidos, pero su característica principal, el ser acaudalado, y su gran motivación, le separan del resto al buscar el bien y la protección de muchas personas. 
 
Batman "The Dark Knight Rises" es la última de las tres películas que, según el mismo director, filmara Christopher Nolan, culmina una necesidad que a fuerza de ser impuesta, por el éxito de sus predecesora, acabo por convertirse en un deseo de culminar las historias de los personajes y cerrar las ideas de la trilogía. Pero “The Dark Knight Rises” tiene un pecado, por tratarse de un cierre cíclico, pues no presenta nada nuevo. Podemos decir que si en “Batman Begins” la amenaza era la destrucción física de Gotham en manos de unos terroristas llamados “La liga de las sombras” en la nueva cinta, todo confluye igual, con el aliciente de que la diferencia principal es que el peligro llega en el ocaso del héroe. Lo que no se me hace personalmente suficiente para justificar la motivación del film, dejándolo en una situación casi de orfandad. El tremendo éxito comercial y artístico que obtuvo "The Dark Knight" no podía más que eclipsar cualquier otra película que intentara equipararse a ella, y vaya que hubo varias. Sin ir muy lejos, la reciente “Bond 23” y su director Sam Mendes beben directamente de la cinta de Nolan. La secuela tampoco podía estar exenta, menos cuando la línea trazada por " The Dark Knight" pretende ser continuada.   
 
Aquí una intromisión para explicar a qué me refiero: Si usted ha visto la trilogía completa de Nolan podrá notar, sin mucho esfuerzo, las diferencias obvias entre “Batman Begins” y “The Dark Knight”; el espíritu de una es tan distinto de la otra que no podríamos caer en la levedad de decir cuál de ellas es la mejor, simplemente son películas distintas.  
 
Tomemos por ejemplo a “Batman Begins”. Existe un ambiente pesimista al inicio que, luego de la muerte de los Wayne, deriva en una etapa de redescubrimiento y aventura a medida que el protagonista se recupera y se perfecciona en la lucha contra el crimen, para finalizar con el nacimiento de Batman como consecuencia bien llevada durante todo el film, y finalmente como resultado inevitable de sus actos acaba por enfrentar a sus propios demonios, la otra cara de lo que él pretende ser, los terroristas. Los terroristas que son como él personas que toman la justicia en sus propias manos, y que, desde su punto de vista, intentan derrocar a los que ellos creen imparten injusticia, por la fuerza y con armamento.  
 
En “The Dark Knight”, por otro lado, suelta los hilos que sujetan las motivaciones de Batman, desatando un caos que él mismo desencadena, pero que es incapaz de controlar. El principio, de reciprocidad distorsionado para la violencia, es el eje argumental de esta película. La violencia desencadena sólo más violencia, a pesar que ésta sea usada para el bien. Aquí Nolan cambia por completo lo visto en “Batman Begins”: la iluminación es más oscura, en tonos grises y azules como constaste; y la música se vuelve inquietante al acompañar los múltiples clímax de la cinta, que creo son en realidad la jugada maestra del film.
 
 
“The Dark Knight Rises” tiene esto como punto débil, no presenta nada nuevo, si bien es una buena continuación, sólo mezcla lo visto en “Batman Begins” con la atmósfera de “The Dark Knight”. El éxito de la anterior lleva a Nolan a hacer la mejor película posible, pero una película muy poco profunda, con personajes desaprovechados como Catwoman o el mismo Robin. Donde bien podríamos tener a una mujer más dura, brutal y, a su vez, sofisticada y seductora; vemos que la dirección, el guión o la misma Hathaway fallan en dar otra visión a una mujer que se enfunda en un traje, lucha y roba para cuidar de una compañera. Hathaway flota dentro del traje de Catwoman y, aunque coreográficamente da bien los golpes y patadas, realmente le falta mucho para llegar a la visceralidad que tenía un recién entrenado Bruce en “Batman Begins”. 
 
Sobre los otros personajes no se puede decir más que su participación está al nivel, aunque se puede apreciar en ocasiones como crecen sus roles a lo largo de  la cinta. Alfred, Gordon, Lucius y Bane logran dar la nota en muchos momentos y conllevan la carga del film en varias ocasiones.  Con respecto al mismísimo Bruce Wayne y a Batman, Christian Bale lo logra de nuevo. Él es Batman, él es Wayne y, a pesar de no poder escapar de la sombra del Joker, nuevamente vuelve a tomar la rienda del film que magistralmente le había sido arrebatado por su nemesis en la anterior cinta. El personaje del Joker, que Ledger y Nolan crearon, dejó una huella tan profunda en la cinematografía moderna que era imposible que no dejara una igual en el personaje de Batman. Inmediatamente se volvió su villano y, aunque Bane representa una amenaza nada desdeñable, su fortaleza no es comparable a la insanidad del Joker; hay cosas que uno puede quebrar y hay otras que simplemente los seres humanos llevamos dentro, en la mente.  

Los eventos que se suscitaron fuera de la pantalla, invitan a la reflexión sobre lo que sucede en la misma; las matanzas en el estreno de la cinta provienen más de la amenaza que el joker representa, que la que representa Bane. Nolan reflexiona sobre cuál de los dos es más peligroso y apunta a que en el caso de los terroristas como Bane o Ra’s Al ghul, el poder de convicción, organización que tienen les lleva presentar una mayor amenaza, pero e “The Dark Knight Rises” Nolan mismo olvida lo dicho por su personaje en la anterior cinta:  “Altera el orden establecido y todo se volverá caos”, en la cinta el ataque de Bane, la caída de los poderosos y ricos de Gotham, la mentira sobre Dent desenmascarada, todo es parte del orden establecido, de lo esperado, por tanto la cinta no sorprende ni transciende, en mi opinión. El épico final, con la lucha entre Bane y las fuerzas del orden, es el verdadero fin que persigue Nolan, la única fuerza en la que puede confiar, en la policía, ciudadanos investidos de la autoridad para aplicar la fuerza para el bien.
 
Finalmente Nolan; el director de “Memento”, “Prestige”, “Inception” y lógicamente la trilogía de Batman; es un maestro de la cinematografía en todos sus aspectos. Ya sea como creador, guionista y productor;  más bien pareciese ser un director sacado de otro tiempo, una máquina de creatividad industrializada, metódicamente preciso en cada toma e idea, como de antaño. A pesar de esto, siento que sus películas “Inception” y “The Dark Knight Rises”, aunque lógica y técnicamente precisas y excelentes en todo aspecto, carecen de esa motivación visceral que hacen de cualquier película una película inolvidable. Vean “Prestige” o “The Dark Knight” para notarlo, la motivación en una película es algo muy difícil de apreciar, es muy probable que no sea necesaria, pero cuando está eleva la categoría de la cinta.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Holy Motors


 
Antes ya nos hemos topado en este blog con películas desafiantes en cuanto a linealidad argumental y convencionalismos narrativos, como las de Jarmusch, Lynch, ó Von Tier, artistas que priorizan el lenguaje de las formas y los pensamientos interiores al lenguaje de las palabras; sin embargo Holy Motors va más allá, a un punto visceral de belleza monstruosa, inexplicable, ó en todo caso demasiado intrincada para rozar todos sus aspectos.
 
Leos Carax aduce haber hecho un film "privado", pero no en el sentido de no estar hecho para el "publico", sino más bien hecho "sin pensar" en el público, quien será o qué pensará, es más ni siquiera que enseñanza o moraleja les dejará el film. Carax ha hecho como podemos intuir una película ni siquiera para sí mismo, sino más bien para satisfacer y tratar de responder una inquietud, en el sentido que si bien siempre se dice que una película nace de una inquietud del director.
 
Holy Motors proviene de una inquietud intelectual, por tanto usa un método de indagación subyacente casi científico, y digo casi pues su principal motor es la expresión humanista, pero aun así lo utiliza como una herramienta para construir un conocimiento que incluso puede ser negado y refutado, una travesía a través de emociones y pensamientos, difícil de seguir, pero imposible de apartar la mirada. 

Este aspecto puede notarse a priori en el título de la cinta, y también en su aparentemente insospechado final, que evoca a los motores, aquellas maquinas que generan movimiento, a los rotores y los engranajes, que generan la fuerza; Carax se une entonces a la reciente ola de nostalgia que ha traído la era digital, reemplazando a los motores de los proyectores por nada mecánico, sino más bien por la información digital. 

El mismísimo Carax inicia su film, levantándose en pijama, precedido por un corto en blanco y negro que representa el inicio de un acto teatral, como antaño el cine era, de magia y expresionismo; Carax atraviesa una puerta pintada como un bosque de árboles muertos y se introduce en el mismo cine donde empezó la proyección, ahora ocupado por maniquíes sin vida, sentados ordenadamente en las butacas, Carax se revela como sorprendido, aun en pijama, por la aventura que está a punto de presenciar y nos advierte a primeras que él también es un espectador; esta escena es crucial para el film, pues es la primera vez que la aproximación de la pregunta principal que lo mueve se plantea: ¿Esta la belleza en el ojo de quien mira? y si no hubiera nadie mirando, ¿aun así habría belleza?
 
La siguiente cuestión que abarca Holy Motors es la levedad del ser, como un tributo al cine y las artes escénicas, la facilidad de crear personajes, escenarios e incluso vidas, con el simple deseo de observar y ser observado; observar al interior de uno mismo, y ser observado en el devenir de sus pasiones por un espectador invisible. La limosina es usada como un recurso para albergar la esencia del actor, que siempre sufre una crisis de identidad, en ella se protege, se despoja de máscaras y se esconde en otras, pero siempre le es posible identificarse, librarse de todo lo antes vivido y reconocerse libre para volver a ser alguien más. 
 
No les voy a mentir, Holy Motors es recomendable, todo el mundo habla de ella y verla no te dejara indiferente, la odiaras o te gustará, sin embargo no es una obra ni mucho menos fácil, ni algo que le recomendaría a algún familiar o amigo para pasar una relajante tarde, su aproximación debe ser más profunda y por tanto tener la pasión y el deseo de verla y comprometerse con ella. 

El film ha marcado a la crítica, se podría decir también el año. De la retina de los espectadores no se podrán sacar sus escenas bizarras, ni tampoco sus grandes momentos musicales, dos sublimes piezas que irrumpen como refrescante manotazos de divinidad, pues Carax da espacio también a lo estéticamente bello, mientras en sus cavilaciones puede darse el lujo de ser grotesco, en la música, la métrica, la prosodia, el ritmo y la simetría, no le permiten escaparse de lo agradable a los sentidos.
 

Las guerras que se luchan en escenarios virtuales
Uno se debe aproximar a Holy Motors como se aproxima a un experiencia circense, a una serie de performances de tristes payasos, de violentos hombres, de dulces momentos, de extraños monstruos, de bellas mujeres y dulces canciones; como la vida misma Holy Motors es una representación sobre un escenario vasto y casi ilimitado, que como se muestra en la cinta va apareciendo por sobre los pasos del personaje.
 

Lo difícil de hacer un relato es especificar sobre lo que uno va a hablar, en el caso de Holy estos tres o cuatro preceptos identificables no dejan restricciones a más y más temas, con sus diferentes preguntas y respuestas, como la soledad, la muerte, la ira, el amor, el olvido, la familia, los amigos, la guerra, la brutalidad y la sexualidad, entre otros. Carax abarca en cuanto puede todos estos temas, como una gran performance de la vida, se vale de imágenes, situaciones, personajes, diálogos e incluso música. En Holy Motors nada puede tomarse como real, y eso es lo chocante, sus personajes se despojan a puntos vertiginosos de su condición de personas, con apenas pequeñas y tímidas incitaciones que nos recuerdan que los actores pretenden ser personas viviendo estas situaciones. Como una película de sueños que evoca al cine en sí mismo, la máquina de crear sueños. 

Tiempos Modernos de Charles Chaplin
Por tanto el cine no está exento de sus propios espejos, por tanto Carax evoca ecos de otros tiempos a los nuestros, como en el film de Chaplin: “Tiempos Modernos” donde el director desafiaba la maquinización del hombre, acelerado por la revolución industrial, desprovistos de sus humanidad y sensibilidad, atrapado en los engranajes de la maquinaria. Carax sin embargo advierte que su personaje no está como el de Chaplin atrapado por las maquinas, sino es sus propias palabras “por una red invisible”; hoy en día podemos interpretar que la tecnología digital a fraguado una red de dependencia en la que muchos estamos atrapados. Holy Motors evoca el fin de una era, el fin del tiempo de las maquinas visibles, exagerada por el mismo director, en camaras inexistentes y motivaciones vacuas. 
 
Escena final, la maquinaria vuelve a casa.
El final tan hablado de Holy Motors deviene en un reflexión insólita, una reflexión fantástica proveniente de las mismas maquinas, las limosinas, oscultando en las motivaciones de sus amos, de sus conductores, lo seres humanos, esas máquinas sagradas, provistas de la gracia divina de la vida; estas máquinas, las limosinas, otrora inertes, gracias a la magia del cine, tiene la posibilidad de la expresión, el desafío final a la vida y a los conceptos que la encumbran y mistifican. Los motores esperan seguir moviéndose, temen por su desfase y su propia inexistencia, la moraleja flota en el aire para que la belleza o el mensaje no quede solo en los ojos del espectador, sino también en su mente.