jueves, 19 de abril de 2012

Midnight in Paris


Woody Allen no solo ha sido siempre un enamorado de si mismo, sino tambien un eterno idolatra; definido por aquellos a quienes venera, ha filmado un sinumero de cintas basadas en pensamientos humoristicos, filosóficos, sociales y hasta teologicos de sus grandes maestros. Desde Groucho hasta Bergman, Allen ha puesto a rodar en cintas sus fantasias y pensamientos, siempre citando y guiñando el ojo a sus idolos; como en "Match Point", por citar un ejemplo reciente, donde basa la trama de una de sus mas celebradas y logradas películas, en cavilaciones sobre el libro de Dostoyevski "Crimen y Castigo", que aparece a lo largo de la cinta, muchas veces en manos del protagonista, como para no dejar ninguna duda.

Y es que Allen encuentra verdadero placer en el homenaje, pero tambien en la satira, no por nada su primer gran amor fue el humor, el de Groucho para ser exactos. Como en su cinta "Zelig", Allen es a veces solo un camaleon, un espejo para moldearse a la imagen de otros; tanto asi que seria dificil pensar en el sin recordar el clarinete de Gershwin, la filosofia de Freud o el banalismo social de Fellini. Si es que Allen es así, hay que verlo como uno de nosotros, no muy brillante, pero si muy entusiasta.

En "Midnight in Paris", su nueva cinta, se permite libertades que en otras no se había atrevido a rozar, esta vez se divierte, no disfraza su fanatismo; quiza quien sabe, alentado talvez por otro fanatico confeso como es Tarantino; Allen deja fluir sus fantasias y le importa poco la historia o la memoria de quienes aparecen retratados en esta pelicula: Hemingway, Picasso, Porter, el matrimonio Fitzgerald, Gertrude Stein, Buñuel, Dalí y ya de paso Gauguin, Degas y Toulouse-Lautrec entre otros, son llevados por la mano del director a la ternura y el encanto de verlos juntos y revueltos, carismaticos y divertidos, bajo los designios de Allen.

"Midnigth in Paris", no tiene para mi mucho mayor merito, que el darme el regalo de poder ver en carne y hueso a aquellos viejos amigos de los que tanto he escuchado, leido y visto, y que han sido siempre compañia incondicional. Verlos ir y venir y reconocerlos en su manias, comportaminentos y pensamientos, es sin duda lo mas vigorizante de "Midnigth in Paris".

Sienmbargo Allen intenta tambien mas alla de divertirse jugando con sus idolos, hacer un reflexion un tanto superficial sobre su propio fanatismo, recordandonos un poco aquel fenomeno tan misterioso y escalofriante como es la nostalgia, el pensar que todo pasado fue mejor y vivir hastiados del presente. Mas alla de eso "Midnight.." no ofrece mucho mas.

Por otro lado estan los actores y sus personajes, de los que vale resaltar a Owen Wilson; de cuyo personaje no recuerdo el nombre, pero que bien pudo llamarse Woody, por ser casi un reflejo del director, con su nerviosismo e ingenuidad; supongo que Allen seguira buscado su alterego en actor principal, siendo el ya muy mayor para interpretar la bravia y entusiamos de la juventud, sin haberla perdido en espiritu, pero que no podria convencer al espectador novel. Disfrute mucho tambien de la encantadora Kathy Bates en el papel de Gertrude Stein, quien sabe sin la original Stein habria tenido el carisma de Bates, pero de seguro todos quedriamos una critica como ella como amiga; otro que tambien aporta frescura a la cinta es Adrien Brody como Salvador Dalí, siempre de buen humor y extrañando a propios y extraños con sus surealistas apreciaciones.

En resumen, si es usted fan de Woody Allen, quiza soporte la pelicula; si hasta ahora habia oido hablar de él, no la vea; si conoce a los personajes que aparecen en ella, la adorara, es imperdible.

miércoles, 11 de abril de 2012

The girl with the dragon tattoo


Cuando se hacen apreciaciones artísticas no se puede separar al artista de su entorno presente, del pasado del objeto de su obra, de su propio pasado o incluso de otros artistas, todo influye; y siendo el cine una forma de arte, por mas comercializado e industrializado que se encuentre, no podemos tener una visión tan plana en nuestra apreciación; menos estando ante un fenómeno artístico tan divertido y vigorizante como el que, en el lenguaje cinematográfico, se acuña en la palabra remake, es decir “volver a hacer” una película antes ya filmada.

“The girl with the dragon tattoo” es el nombre ingles que se le da a la novela del ex periodista sueco Stieg Larsson “Hombres que odian a las mujeres”, novela de amplio éxito mundial y lo que podríamos llamar un best-seller, que cuenta las peripecias del periodista Mikael Blomkvist, untado con la última esperanza de un magnate, decidido a resolver la misteriosa desaparición y posible muerte de su sobrina hace ya cuarenta años.

Sin embargo el verdadero eje del relato, la verdadera protagonista, es aquella que da título a la versión en inglés, Lisbeth Salander; catalogada por muchos como una figura feminista, y a la vez criticada por muchas feministas. Lisbeth es una hacker de mente ágil, con habilidades casi super heroicas; que se mueve más bien como una fuerza de la naturaleza, inhumana, entre una maraña de perversión, corrupción y maldad.

Siendo entonces la novela un éxito mundial, como lo es, no se podía hacer esperar su versión cinematográfica. Suecia tomo la lanza y se filmaron las tres películas que corresponden a la trilogía de libros que componen la saga Millenium; pero siendo el cine, como Verne predijo con el viaje espacial, un asunto casi norteamericanizado, la versión hollywoodense se empezó a fraguar entre los productores más entusiastas.

He aquí el punto crucial de esta apreciación, el elegido para ser el director fue David Fincher, reconocido por films como Fight Club, Seven, Zodiac y más recientemente The Social Network, no se puede comprender su versión de The girl with the dragon tattoo sin comprenderlo a él con sus motivaciones y manías.

El cine de autor podrá no ser un término muy oído en el cine comercial actual, pero de vez en cuando no podemos separar al autor de la obra; "The girl…" es también una película policial, el libro en si emula los dogmas y parámetros del género, por tanto volver a cintas como Seven o Zodiac, para encontrarnos con la visión de Fincher, es también aceptar su gran talento para narrar una historia de perseguido y perseguidor.

Pero además "The girl…" nos ofrece también la oportunidad que comentaba al principio, la de compararla con su semejante, el film sueco que le precedió.

Por qué entonces la película de Fincher se antoja más llamativa y más fresca; son tantos los detalles que al mencionar algunos espero no alargar demasiado el texto.

Para empezar la nacionalidad del film; la tecnología de la que dispone Hollywood es casi un paralelo en lo que hace diferente al personaje de Lisbeth Salander del personaje de Sherlock Holmes: mientras que Holmes resuelve con deducciones, Lisbeth las googlea. Asi Fincher se sirve de tantas de esas herramientas de las que disponen hoy en dia los cineastas para darle ese glamour comercial a su película, no en vano son la secuencia inicial de créditos al puro estilo de un perturbado James Bond, las tomas aéreas, las persecuciones coreografiadas o los viajes elegantes a través del mundo. Fincher hace, como el cine moderno manda, de "The girl…" un producto comercialmente agradable, mas aun tratándose de un esfuerzo por hacer una trilogía.

Otro punto a resaltar podría ser la visión en la historia, y para esto tendríamos que volver a la filmografía anterior del director; mientras que en la película sueca Lisbeth rara vez se conmueve o tiene alguna conexión con ser humano cualquiera, en esta versión no solo se relaciona de una manera más profunda con Mikael, sino también podemos ver un lado casi inocente en su relación con su antiguo tutor, al que visita y con el que tiene una amistad mas allá de la necesidad y mas por necesidad de ella. Fincher la vuelve una figura paralela a la que hizo en The social Network de su protagonista, un ser casi todo poderoso, absorto de la sociedad, distanciado de las personas y a la misma vez deseosa de poder comunicarse con alguien.

La elección de los actores es también crucial, la intro estilo Bond no es gratuita, responde también a la elección de Daniel Craig como Mikael, demasiado cómodo en el dolor para mi gusto, pero que le da el aire que Fincher quiere; Rooney Mara por otro lado es un lienzo en blanco para plasmar a Lisbeth, alejándose de las figuras mediaticas y más conocidas, que le habrían dado mayor popularidad a la cinta, Fincher aboga por que descubramos a Lisbeth de cero, la hace más delgada, más blanca, mas agujereada y más fría que la que interpreto Noomi Rapace; metalica, casi como las laptops de las que se vale.

Fincher también se preocupa por darle un epilogo sustancial y necesario a la historia, que es como todas no falta de romanticismo, Lisbeth a pesar de ser capaz de “matar” a un mafioso internacional, confundir a los medios y engañar a los bancos, se desengaña cual mujer común y desaparece prometiendo volver.