miércoles, 11 de abril de 2012

The girl with the dragon tattoo


Cuando se hacen apreciaciones artísticas no se puede separar al artista de su entorno presente, del pasado del objeto de su obra, de su propio pasado o incluso de otros artistas, todo influye; y siendo el cine una forma de arte, por mas comercializado e industrializado que se encuentre, no podemos tener una visión tan plana en nuestra apreciación; menos estando ante un fenómeno artístico tan divertido y vigorizante como el que, en el lenguaje cinematográfico, se acuña en la palabra remake, es decir “volver a hacer” una película antes ya filmada.

“The girl with the dragon tattoo” es el nombre ingles que se le da a la novela del ex periodista sueco Stieg Larsson “Hombres que odian a las mujeres”, novela de amplio éxito mundial y lo que podríamos llamar un best-seller, que cuenta las peripecias del periodista Mikael Blomkvist, untado con la última esperanza de un magnate, decidido a resolver la misteriosa desaparición y posible muerte de su sobrina hace ya cuarenta años.

Sin embargo el verdadero eje del relato, la verdadera protagonista, es aquella que da título a la versión en inglés, Lisbeth Salander; catalogada por muchos como una figura feminista, y a la vez criticada por muchas feministas. Lisbeth es una hacker de mente ágil, con habilidades casi super heroicas; que se mueve más bien como una fuerza de la naturaleza, inhumana, entre una maraña de perversión, corrupción y maldad.

Siendo entonces la novela un éxito mundial, como lo es, no se podía hacer esperar su versión cinematográfica. Suecia tomo la lanza y se filmaron las tres películas que corresponden a la trilogía de libros que componen la saga Millenium; pero siendo el cine, como Verne predijo con el viaje espacial, un asunto casi norteamericanizado, la versión hollywoodense se empezó a fraguar entre los productores más entusiastas.

He aquí el punto crucial de esta apreciación, el elegido para ser el director fue David Fincher, reconocido por films como Fight Club, Seven, Zodiac y más recientemente The Social Network, no se puede comprender su versión de The girl with the dragon tattoo sin comprenderlo a él con sus motivaciones y manías.

El cine de autor podrá no ser un término muy oído en el cine comercial actual, pero de vez en cuando no podemos separar al autor de la obra; "The girl…" es también una película policial, el libro en si emula los dogmas y parámetros del género, por tanto volver a cintas como Seven o Zodiac, para encontrarnos con la visión de Fincher, es también aceptar su gran talento para narrar una historia de perseguido y perseguidor.

Pero además "The girl…" nos ofrece también la oportunidad que comentaba al principio, la de compararla con su semejante, el film sueco que le precedió.

Por qué entonces la película de Fincher se antoja más llamativa y más fresca; son tantos los detalles que al mencionar algunos espero no alargar demasiado el texto.

Para empezar la nacionalidad del film; la tecnología de la que dispone Hollywood es casi un paralelo en lo que hace diferente al personaje de Lisbeth Salander del personaje de Sherlock Holmes: mientras que Holmes resuelve con deducciones, Lisbeth las googlea. Asi Fincher se sirve de tantas de esas herramientas de las que disponen hoy en dia los cineastas para darle ese glamour comercial a su película, no en vano son la secuencia inicial de créditos al puro estilo de un perturbado James Bond, las tomas aéreas, las persecuciones coreografiadas o los viajes elegantes a través del mundo. Fincher hace, como el cine moderno manda, de "The girl…" un producto comercialmente agradable, mas aun tratándose de un esfuerzo por hacer una trilogía.

Otro punto a resaltar podría ser la visión en la historia, y para esto tendríamos que volver a la filmografía anterior del director; mientras que en la película sueca Lisbeth rara vez se conmueve o tiene alguna conexión con ser humano cualquiera, en esta versión no solo se relaciona de una manera más profunda con Mikael, sino también podemos ver un lado casi inocente en su relación con su antiguo tutor, al que visita y con el que tiene una amistad mas allá de la necesidad y mas por necesidad de ella. Fincher la vuelve una figura paralela a la que hizo en The social Network de su protagonista, un ser casi todo poderoso, absorto de la sociedad, distanciado de las personas y a la misma vez deseosa de poder comunicarse con alguien.

La elección de los actores es también crucial, la intro estilo Bond no es gratuita, responde también a la elección de Daniel Craig como Mikael, demasiado cómodo en el dolor para mi gusto, pero que le da el aire que Fincher quiere; Rooney Mara por otro lado es un lienzo en blanco para plasmar a Lisbeth, alejándose de las figuras mediaticas y más conocidas, que le habrían dado mayor popularidad a la cinta, Fincher aboga por que descubramos a Lisbeth de cero, la hace más delgada, más blanca, mas agujereada y más fría que la que interpreto Noomi Rapace; metalica, casi como las laptops de las que se vale.

Fincher también se preocupa por darle un epilogo sustancial y necesario a la historia, que es como todas no falta de romanticismo, Lisbeth a pesar de ser capaz de “matar” a un mafioso internacional, confundir a los medios y engañar a los bancos, se desengaña cual mujer común y desaparece prometiendo volver.

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