domingo, 26 de diciembre de 2010

Black Swan

Los personajes transtornados son en algún sentido una moda muy moderna del cine, en estos tiempos en los que se vive entre falsedad política, moral y religiosa, los cineastas se han volcado a la incredulidad, a la duda y a la ambivalencia, de moda esta hablar de los trastornos bipolares.

El cine que se ha contagiado de esta sospecha continua, muestra ahora personajes que ya no se sienten capaces de sostener la historia, ya no podemos creer en los Bogart, los Superman o los James Bond, necesitamos actualmente cuestionar todo, y todo lo sobrehumano o que sobresalga de lo cotidiano tiene que tener una dosis de ayuda extra, algo que este fuera de lo que habitual o que normalmente se esperaría de nuestro comportamiento, es por eso que surge una tendencia, un recurso, el trastorno mental, la creación de una segunda personalidad.

Ejemplos hay tantos que habría que dedicarle una entrada entera a analizarlos, películas donde la acción la lleva la otra personalidad, la mas liberal, la mas oscura, mientras que el protagonista es un mero recipiente, una victima, un espectador de las acciones de su otro yo.

La ultima pelicula de Darren Aronofsky, Black Swan repite este estigma, donde una bailarina de ballet llamada Nina (Natalie Portman) se encuentra luchando por conseguir el papel principal en la obra "El lago de los cisnes", Nina sueña con intepretar el rol del cisne blanco y el de su gemela el cisne negro, representaciones de la doble expresion de la femineidad. Nina no parece tener problemas para intepretar al cisne blanco, pero en cuanto al cisne negro aparece otra bailarina Lily (Mila Kunis) que aparece para quitarle el puesto, la mente de Nina se ira desbocando en la locura, sin tener mas control de sus emociones.

Lo que hace que Black Swan tenga el sello de Aronofsky es la forma en la que se cuenta esta historia, clásico en Aronofsky, se nos muestra personajes en cierta forma frustrados, desesperados por dejar la infelicidad, el manejo de la cámara se parece mucho al de The Wrestler, una especie de cámara al hombro para detonar la inestabilidad en la vida de sus personajes y movimientos reflexivos enfocando detenidamente la visceralidad de heridas, vómitos, o sexo, muy comprometidos con mostrar el increíble peso que soporta el cuerpo del protagonista.

En ese aspecto Black Swan y The wrestler son dos caras de la misma moneda, una enfocada a lo femenino y la otra a lo masculino, en Black Swan se explora el sórdido mundo de lo mas puro y mas macabro de lo femenino, representados por el cisne negro y el cisne blanco, Aronofsky va desde lo sumiso a lo poderoso y desafiante, de la cobardía a la rebeldía, de la virginalidad a la promiscuidad. Nina se sumerge en una neurosis cediendo y al mismo tiempo evitando este rostro oculto que no se permite experimentar, pero el cual ejerce en ella una liberación adictiva.

La culpa y la castracion de la familia es otro tema que se repite en Black Swan, la locura desatada por escapar de estas obligaciones es similar a la observada en otros films de Aronofsky como Pi y Requien for a dream, sueños y deseos convertidos en pesadillas. Aronofsky se refuerza como el creador de films perturbadoramente hipnoticos. Black Swan logra ponerse a la altura de sus anteriores obras. Recomendada.

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